El abogado que nunca debes elegir
Esta semana he tenido tres vistas: un acto de conciliación civil, un divorcio y una ejecución laboral. Me gustaría hablaros del divorcio y contaros un pequeño secreto de este abogado. Hace 20 años, cuando empezaba a ejercer, me di cuenta enseguida que había un tipo de cliente deseos@ de contarme su historia. Y aún más deseoso de que yo ratificara su versión, la creyera como dogma de fe y, por supuesto, que la ganara en el juicio, puesto que era una verdad irrefutable cuya única opción era la victoria sin paliativos en una vista judicial.
Llegó un momento en el que decidí que siempre sería fiel a un principio: siempre le diría a mi cliente la realidad de su caso. Y, sobre todo, le diría todo aquello que pensaba, aunque no le gustara oírlo. Es un principio irrefutable que siempre mantengo: decir aquello que incluso mi cliente no quiere oír, ya que solo así podrá decidir de una manera objetiva; aun a expensas de que pueda prescindir de mis servicios (cosa que ocurre afortunadamente con poca frecuencia).
Os comento esto a raíz del caso que os he citado anteriormente: el divorcio. De forma casi obligatoria antes de la vista se nos hace entrar a hablar con el Ministerio Fiscal para ver si hay posibilidades de llegar a algún tipo de acuerdo. En ese momento, los abogados conocemos de primera mano cuál es la postura que va a adoptar el fiscal en tu caso, y también solemos saber cuál es el criterio que va a adoptar el juez, bien por otras sentencias similares o por el propio criterio jurisprudencial. Si cuando salimos, hablamos con vosotros y os explicamos que podría ser beneficioso un acuerdo es porque ya estamos viendo con mucha claridad cuál puede ser la resolución del caso si se plantea la «batalla». Por lo tanto, podemos tener una visión objetiva del tema. A veces coincide con lo que quiere el cliente, y en otras difiere un tanto.
Si soy tu abogado necesito que sepas que voy a decirte toda la verdad y que sé que la propuesta que está encima de la mesa es buena para ti. Entiende que la capacidad de negociación nunca es mala y que jamás es sinónimo de debilidad. Como abogado no hay momento más fascinante que hacer una vista, interrogar a las partes, a los testigos, hacer alegaciones, conclusiones….es un momento mágico que te hace adorar esta profesión. Si llego a un acuerdo es porque es muy bueno para ti, y sin duda tú y tus intereses sois en ese momento mi prioridad.
Así que cuando elijas a un abogado plantéate esto, ¿me está diciendo la verdad o solamente lo que quiero oír para iniciar un pleito? Recuerda que, en ocasiones, no iniciar una guerra perdida es ganar.