Son tantos los estímulos que recibimos diariamente, son tantas las supuestas posibilidades que se abren frente a nosotros, los diferentes caminos a iniciar, la variedad de alternativas que, muchas veces, se pierde el centro, el verdadero objetivo de lo que pretendes hacer con tu vida profesional.
De esa forma, cuando se da el primer revés, las primeras dificultades, aparece la gran tentación: el abandono. Luego lo podrás disfrazar como quieras: nuevas oportunidades o retos, en busca de mis sueños, nueva ilusión, etc. Y eso estará muy bien, pero ¿y si el premio estaba en superar esas primeras desilusiones? Quizás, el verdadero tesoro está enterrado un poco más profundo.
Puede que sea este el motivo por el que amo esta palabra (maravillosa):
Perseverancia: Firmeza y constancia en la manera de ser o de obrar.
Aún recuerdo las palabras que me dirigió un encargado cuando le expuse una cuestión que podía mejorar un proceso que hacíamos de forma muy primitiva en el primer trabajo que tuve hace ahora 30 años. Me dijo “Sr. Palomares, a ud. le pagan por trabajar, no por pensar”. Después de digerir lo que me dijo, tuve la firme determinación de que trabajar iba a trabajar mucho, pero pensar, pensar detenidamente, en frío y después de documentarme de manera prolífica, iba a ser el origen de todos mis actos.
Empecé a ejercer como abogado hace 22 años, y tengo el firme propósito de perseverar y hacerlo cada vez un poquito mejor. Constantemente me fijo en personas y empresas perseverantes: estas son algunos ejemplos de ellas, junto con el año de fundación.
Y TÚ, ¿que piensas hacer cuando surjan las primeras dificultades?